El león blanco no es ni una especie propiamente dicha ni una subespecie de león, sino una mutación genética que se ha observado, en exclusiva, en el león del Timbavati, Sudáfrica. Se trata, por tanto, de un gen recesivo inhibidor del color. Estos leones presentan un pelaje claro, prácticamente blanco. Todo ello es consecuencia de una variante genética transmisible entre padres portadores del mismo gen. Los leones blancos nada tienen que ver con los leones albinos, que pueden presentarse en cualquier subespecie de leones. A diferencia de los leones blancos, los leones albinos tienen los ojos rojizos, puesto que el albinismo es una carencia hereditaria, total o parcial, de pigmentación. En el caso de nuestros leones blancos, no se trata, por tanto, de albinismo, sino de leucitismo. Los pigmentos son visibles en sus ojos, que pueden presentar tonos dorados o avellana, como en los leones normales, así como azulados, grisáceos y verdes, las más de las veces.